martes, 7 de diciembre de 2010

Procrastinando

Hasta hace un par de meses, jamás había oído o leído este verbo, procrastinar. El descubrimiento surgió en forma de tweet. Alguien lo publicó en el hashtag #palabrasquemolan y, como soy de buscar y consultar todo aquello que me es desconocido, lo busqué en la web de la RAE.

procrastinar
(Del lat. procrastinare).
1. tr. Diferir, aplazar.

Toda una epifanía para mí que soy un procrastinador nato.

Me he pasado toda la vida procrastinando decisiones, quehaceres y casi cualquier cosa que se os pueda ocurrir. Empezando por dejar el estudiar para el día antes del examen, pasando por hacer trámites con apuros de tiempo y acabando con llevar más de dos meses sin escribir en el blog.

Esta característica de mi persona se combina con mi enorme capacidad para trabajar bajo presión. De modo que, en el 99% de los casos, cuando se ha tratado de temas de estudios o trabajo, con una fecha límite para realizar la tarea en cuestión, esos últimos días han sido frenéticos pero he conseguido tener todo bajo control a tiempo, incluso con muy buenos resultados. Supongo que el alto índice de éxito es el que provoca que no haya tenido que plantarme e intentar cambiar en este aspecto. Y, al fin y al cabo, en mi trabajo lo que importa son las fechas de entrega.

En realidad, esto me da más quebraderos de cabeza en las cosas pequeñas: escribir un e-mail o un SMS, ir a hacer alguna compra que me vendría bien pero no es indispensable, revisar las cosas que tengo en los cajones de mi habitación en la casa de mis padres o redactar una entrada para el blog. Para esto no hay fechas de entrega. Son cosas que uno hace cuando le apetece y saca tiempo. El problema está en que no es que tenga mucho tiempo para ello y, en general, siempre tengo algo que me apetece más hacer.

En esto sí me gustaría cambiar un poco. Y, para empezar, retomamos el blog (a ver cuánto me duran los ánimos).

Acabo esta entrada dando las gracias a @angelfmarin, @ublab, @johahdez, @perradesatan, @Otrodok y @Rebeca_LL, que han mostrado interés de una u otra forma en este pequeño espacio. Es por ellos que vuelvo a aparecer por aquí.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

De cómo llegué a ser @Michaelart

Empezando a escribir este post para contaros el cómo me hice con el nick @Michaelart en Twitter, me doy cuenta de que jamás le he contado a nadie por qué empecé a usar ese nick en un primer momento, hace ya como 8 años.

En principio, es bastante evidente: Michael es Miguel en inglés y A-R-T son el resto de mis iniciales. El caso es que, por aquella época, tenía una enorme afición por el dibujo. Que no por dibujar, ojo. Era como el que le encanta el fútbol, pero no le pega una patada a un balón. Y asiduamente visitaba las páginas webs de mis artitas favoritos, por nombrar: Larry Elmore, Luis Royo, Clyde Caldwel, Keith Parkinson,... y Dorian Cleavenger. Es la página web de este último la que hizo que se me ocurriera el nick: www.dorianart.com. Tan simple como eso. Ese nick me ha acompañado durante casi toda mi experiencia internetera, así que le tengo mucho aprecio y lo utilizo en todo foro, sala, página donde me suscriba.

Y después de esta pequeña retrospectiva, vamos al meollo del asunto. Hace cuatro meses, cuando al fin, empujado por @igveniet y @angelfmarin, me decidí a entrar en Twitter, no pude usar mi nick de siempre porque ya estaba cogido. Y me pilló el asunto falto de imaginación ese día y me puse mi nombre real. Estaba conforme así, pero hace un par de semanas empecé a plantearme empezar un blog, o un tumblr (lo que conté en la primera entrada del blog) y quería poder usar como nick Michaelart y que además el nick fuera reconocible en Twitter. Vamos, que se me pudiera identificar en todos sitios con ese nombre. Lleno de resentimiento hacia el twittero que tenía mi nick secuestrado, fui a echar un vistazo a su página con la malsana intención de "trollearle" un poco. Para sorpresa mía, me encuentro en sus estadísticas:

Following 0 Followers 4 Tweets 0

Y pensé, "¡será cabrón, si ni lo usa!" Estaba comentándolo en Twitter y fue @Quenya101 quien me sugirió que lo reportara. Así que me puse a mirar cuál era el mecanismo.

Ésta es la página en la que Twitter habla de usuarios inactivos. Básicamente, para que consideren una cuenta inactiva y quieran decidir eliminarla, tienen que pasar 6 meses sin que haya ninguna actualización en esa cuenta. Yo sabía que el usuario @Michaelart llevaba al menos 4 meses sin actividad (lo que yo llevaba en Twitter), así que era fácil que llegara a los 6 y pudiera hacer que lo eliminaran. Así que hice un ticket (como llaman en Twitter a los reportes) contándoles lo que os he escrito antes, que siempre he usado ese nick, que el que lo tiene está inactivo, que a ver si se lo podían cargar.

Debido a las maravillas de Hotmail (estoy en proceso de migración a Gmail), no me llegó un e-mail de Twitter en el que me pedían más detalles y a los 4 días me mandaron otro diciéndome que mi reporte quedaba cerrado por no haber aportado yo esos detalles y que lo re-abrirían si contestaba. No sé que detalles querrían, la verdad. Contesté a este último e-mail pidiendo la re-apertura del ticket y preguntando qué más necesitaban saber. Esto fue el domingo, y los datos adicionales no debían ser muy importantes ya que ayer, martes, visito el ticket y me encuentro con que hacía varias horas que la cuenta @Michaelart había sido eliminada. Emocionadísimo, fui a configuración y cambie por fin mi username.

Como veis, a pesar de mi parrafada (cuando escribo tiendo a alargarme, seguro que innecesariamente), fue bastante sencillo. Sólo hay que tener en cuenta una cosa importantísima. Cuando alguien denuncia una cuenta por inactividad, no le reservan el nick, cualquiera puede cogerlo en el lapso de tiempo desde que la eliminan hasta que el interesado se entera. Sólo te reservan un nombre si lo tienes registrado. Es decir, que hubo horas en las que pude haber perdido mi nick para siempre. Por fortuna, no fue así.

martes, 31 de agosto de 2010

Blog Day 2010

Llevaba ya bastante tiempo dándole vueltas a la idea de hacerme un blog, un tumblr o un algo, lo que fuere, para compartir las estupideces varias que cruzan mi cabeza con mayor o menor asiduidad. Y me ha parecido que hoy, siendo el Blog Day 2010, era el día ideal para decidirme por fin a dar el paso.

Para ser totalmente sincero, no tengo ni la más remota idea de qué voy a contar en este blog. No me apetece centrarme en una única línea, así que habrá un poco de todo. Hay tantas cosas que me apasionan y entusiasman que no me gustaría quedarme sin comentar el último libro que he leído, las múltiples series que estoy viendo, mis frustraciones para escribir una canción o mis idas de olla diseñando reguladores fraccionales para mi tesis doctoral.

Esto último es lo que da nombre al blog y viene de una broma que tienen mis amigos conmigo a cuenta de mi trabajo como investigador. He intentado explicarles varias veces a qué me dedico y ellos siguen sin tener ni pajolera idea de lo que les hablo (y no les culpo, muchos ingenieros y algún que otro matemático tampoco la tienen). El caso es que les gustó, por algún oscuro motivo que aún ignoro, la idea de decir que todo se puede hacer "fraccionalmente", vaciando completamente de significado la palabra (aquella tarta partida fraccionalmente en 11 trozos...). Y han conseguido contagiármelo.

Lo importante. No tengo pretensiones de ningún tipo con este blog. No me importa que lo lean cien mil o que lo lean dos, uno o ninguno. A los que os embarquéis en esta aventura conmigo, no puedo prometeros nada. Aquí no va a haber calidad literaria, porque yo de eso gasto lo justito. Tampoco esperéis profundas e inspiradoras reflexiones, más allá de las simplezas de mi filosofía de vida. Ni os garantizo un mínimo atisbo de análisis de actualidad. ¡Qué coño! ¡No podría ni asegurar que vaya a existir alguna vez una próxima entrada! Sin embargo, lo que sí me atrevo a prometer es que lo poco o mucho que aqui escriba vendrá de mí, será lo que soy, pienso, vivo, quiero, deseo.

Comenzamos.